¿Por qué obedecen los niños?
El niño obedece porque reconoce intuitivamente la autoridad de los padres, ellos le dan seguridad y cariño, pero se ven obligados a desobedecer para probar su fuerza y sus posibilidades de independencia. A partir de los tres o cuatro años es importante combinar la exigencia con el razonamiento de lo que se le exige, a veces obedece simplemente por el cariño a los padres y por contentarlos.
La desobediencia a estas edades no provoca daños, excepto si ellos mismos se lastiman o la irritación que provocan en la familia, pero ahora es el momento de enseñarles a obedecer sin utilizar la fuerza ni la autoridad excesiva.
La obediencia ciega no desarrolla el hábito, lo que si entorpece es el cambio continuo de reglas, no ser constantes y consecuentes y dar mensajes contradictorios a los niños.
La constancia de los educadores es la clave para que el hábito de la obediencia se instale en los niños. Si por ejemplo nos ponemos un objetivo fácil como que cuelgue su abrigo hemos de ser constantes hasta que lo consiga, si se lo hacemos nosotros perderíamos.
Es de vital importancia saber que solo podemos mandar algo cuyo cumplimiento podamos exigir luego. Los resultados serán mejores si damos una información clara y en el momento oportuno, nunca en momentos de irritación o enfado. Además hay que apoyar lo mandado con cariño, exigencia serena, perseverante y alegre, además en un ambiente de orden.
Es imprescindible agradecer y reforzar la obediencia de los niños, que reconozcamos sus esfuerzos, todo ello lo motivará a obedecer.