LAS NORMAS EN EDUCACIÓN 1ª parte
«Educar a un niño es como sostener en la mano una pastilla de de jabón. Si aprietas mucho sale disparada, si la sujetas con indecisión se te escurre entre los dedos, una presión suave pero firme la mantiene sujeta»
El término DISCIPLINA en nuestros días tiene connotaciones negativas, ya que en el pasado se usó mucho en educación para fines que no eran esencialmente educativos y siempre iba asociada al castigo.
Pero esta palabra, en realidad, viene del término aprender, del discípulo, el que aprende.
Por tanto, es el orden que uno mismo se impone, respetando los derechos de los demás, en definitiva, es el aprendizaje del orden, de los límites.
De tal manera que la disciplina se convierte en el orden de la vida de una persona, la persona disciplinada es dueña de si. Que sabe orientar sus impulsos, sus motivaciones y su conducta alas exigencias de la propia vida, así como adaptarse a las normas y restricciones que le impone la convivencia con los demás.
Todos sabemos que para educar bien no existen fórmulas mágicas que puedan aplicarse a la diversidad de los niños y de las situaciones que nos tenemos que enfrentar como educadores.
Lo que si que está demostrado que un niño sin reglas es un niño perdido, puesto que le resultará difícil llevar a la práctica la autodisciplina necesaria para controlar su propio comportamiento. Serán más propensos a portarse mal y no sabrán como seguir las orientaciones que se les den ni como afrontar sus responsabilidades.
El «niño malcriado» no nace, se hace, a partir de sus propias experiencias. Los niños que no tengan límites sobre lo que hacer o decir y a los que no se les enseñe a reconocer las necesidades de los demás, acabarán por utilizar sus recursos (llantos, gritos, rabietas, ignorar) para quedar por encima de los demás, y ésto lo harán tanto en casa como en el colegio.
En mi próxima entrada seguiré dando pistas a las familias y educadores sobre este tema en concreto.