EL SÍNDROME DEL EMPERADOR
«Un niño sin límites es un niño perdido», esta frase la he repetido a un montón de padres durante muchos años.
A veces queremos suplir nuestras ausencias laborales con privilegios para nuestros hijos para tener tranquila nuestra conciencia y casi siempre nos pasamos, el no poner límites no trae nada bueno, es más, puede ocasionar en los niños graves problemas de comportamiento.
Este “síndrome del emperador” define a los niños que abusan de sus padres, sin la menor conciencia. La madre suele ser la primera y principal víctima, para luego extenderse a otros miembros de la familia, a no ser que se ponga remedio.
Y nunca es tarde, a no ser que estemos ya en la época adolescente en el que los padres ya casi no cuentan para nada en la vida de los hijos y los amigos y el grupo de iguales es mucho más importante para ellos. A todos nos viene a la cabeza algún programa de TV en el que vemos a adolescentes maltratadores de sus padres y su entorno familiar cercano. Parece ficción, y no se hasta que punto es real, pero lo que si estoy segura que en mayor o menor medida esas situaciones se dan en un buen número de hogares.
Hubo un tiempo en el que los niños no podían tener frustración, en el que se nos castigaba a los padres si nos comportábamos de forma directiva, en el que se señalaban los padres que ponían normas a sus hijos, se les tachaba de «duros», «directivos» y se nos hizo creer que le hacíamos daño a los niños si se les ponía límites. Tampoco se podía ir contra la «norma», no se podía señalar a un niño como diferente.
Pues ahora, que ha pasado el tiempo ya sabemos las características de los niños sin límites o lo que es lo mismo con baja tolerancia a la frustración:
Tendencia a la desmotivación ante cualquier incomodidad o contratiempo.
Tendencia al pensamiento a corto plazo. Sin tener en cuenta un pensamiento más a largo plazo y sus consecuencias.
Creencia de que las cosas en la vida siempre son fáciles y cómodas. Y se consiguen sin ningún tipo de esfuerzo.
Evitación y escape de situaciones complejas en lugar del afrontamiento de las mismas. Con el objetivo de no experimentar malestar ni sufrimiento.
Miedo al fracaso.
Ausencia de la habilidad para la resolución de conflictos.
Ausencia de la habilidad para la toma de decisiones.
Así pues, más que evitar estas situaciones es importante enseñar al niño o adolescente a afrontarlas de forma adaptativa.
Como compartí en las redes un articulo muy acertado de «la mente es maravillosa» «cría niños sin límites y te sacarán los ojos»