AUTOCRITICA Y VERGÜENZA
La autocrítica, eso que nos decimos a nosotros mismos que nunca le diríamos a un amigo, por supuesto, la destructiva.
En el justo medio está la virtud, la de mejorar a diario, ver nuestros fallos, pero siempre con respeto hacia nosotros mismos.
Ese respeto que necesitamos y que a veces nos lo perdemos. ¿Qué pensaríamos de alguien que nos dice exactamente lo que nos decimos a nosotros mismos? ¿ se lo dirías a tu mejor amigo? es lo que suelo preguntar a los jóvenes que vienen a la consulta.
Tanto la vergüenza como la autocritica destructiva juegan un papel importante en la mayoría de los problemas psicológicos.
En los niños y adolescentes este problema es especialmente sensible.
Si nos sentimos queridos y valorados a nuestro sistema nervios no le hace falta que salten las alarmas de la amenaza, el miedo al rechazo es el más extendido hoy en día. En este miedo se basa la vergüenza excesiva y la autocritica.
La descalificación cuando es interna es cuando la hacemos nuestra, cuando más la creemos y tenemos que darnos, ese ruido emocional que solapa todo tipo de autocuidado y autocompasión.
Con los más pequeños es más fácil trabajar este aspecto de la autoestima
¿Qué hacer?
- ¿Hemos aprendido esa conducta? de dónde viene?
- Tener en cuenta las sensaciones corporales y las emociones que ponemos en juego cada vez que sentimos esa autoculpa
- Cambiar autoexigencia por aceptación
- Aceptar los sentimientos de la amenaza de ser rechazados.
Para exponernos al miedo al rechazo hay que hacerlo de forma controlada, siempre teniendo en cuenta si dicho rechazo es explicito y evidente o por el contrario solamente está en nuestro pensamiento y lo tememos.
A partir de este punto ¿Qué podemos hacer?
- Enfrentarnos a nuestros pensamientos
- Merece la pena afrontar la posibilidad de fallo
- Dejar de exigirnos cambiar
- Perseguir nuestros valores